Al salir de secundaria mis padres me dijeron que tenía que estudiar una carrera corta porque tenía que trabajar para ayudar con los gastos de la casa. Con mucho esfuerzo mis hermanas mayores que ya trabajaban  aportaban para pagar mis estudios para secretaria en una escuela comercial. Tuve la suerte de que en el tercer año faltando unos meses para graduarme me brindaron trabajo en un despacho de abogados; tenía trabajando cuatro meses cuando a mi jefe le ofrecieron la dirección del Plantel del Colegio de Bachilleres en la localidad y me invitó a laborar con su equipo.
Trabajo ahí desde Julio de 1987 (más de 22 años). Me inscribí en la preparatoria nocturna, después en la Universidad de Sonora en la licenciatura que más me gustaba de las que se ofrecían: Administración. Aunque yo hubiera preferido Psicología pero para eso tendría que haberme trasladado a la Capital del Estado, lo que no era posible. Al terminar la carrera todavía no tenía interés en la docencia ya que me gustaba la parte administrativa y ya había ascendido un poco a Jefe de sección escolar. En ese tiempo me enteré de los cursos de verano que se ofrecían en la  Normal Superior de Nayarit e ingresé a Psicología Educativa, cursos que duraron 6 años. Seguí trabajando de administrativa. Hace cuatro años ya para  terminar el semestre me ofrecieron un grupo de taller de lectura y redacción por  descarga de una maestra  y así inicié.
A los administrativos se nos permitía trabajar sólo  8 horas después de cumplir con nuestro turno. Ser docente me pareció muy difícil, me di cuenta que tenía muchas deficiencias y me sentía insatisfecha con mi desempeño. Gracias a dios en ese momento el Colegio  estaba invitando a cursar una maestría en convenio con la Universidad del Valle de México, con muchas facilidades  y becando con la mitad del pago a los interesados, Me inscribí. 
Los motivos de satisfacción que tengo es que siempre he estado orgullosa de trabajar en una institución de tanto prestigio en mi Estado, pero considero que el cariño que siento por la profesión docente me la trasmitieron mis maestros de la maestría, excelentes todos, y lo que más les admiraba que entre más preparados académicamente eran mejores seres humanos y no por eso menos exigentes.
También el haber compartido con compañeros que tenían muchos años de experiencia, y que al principio necesité esforzarme mucho más, al final era una compañera en el mismo nivel. Eso fue algo muy significativo y un gran logro para mí.  Por cosas de la vida hace dos años una compañera decide renunciar a su plaza de tiempo completo en el de área de orientación educativa,  considerando mi antigüedad en la institución y que estaba por concluir la maestría, fue aceptada mi solicitud para el puesto. 
Los motivos de insatisfacción surgen cuando me hace falta tiempo para realizar las actividades planeadas en clase, cuando no logro obtener el interés de la mayoría, cuando se presenta actitudes negativas de los alumnos, alguna indisciplina inesperada y al analizarlo después, concluir no haber actuado de la mejor manera, etc.  Una cosa es ser buen estudiante y otra muy diferente es llevar todos los conocimientos a la práctica, todavía no me considero buena maestra, siento que me falta mucho para eso, pero cada vez me siento menos incómoda cuando mis alumnos me llaman así: “maestra”.
sábado, 8 de mayo de 2010
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¡Hola Isabel!
ResponderEliminarEspero te encuentres bien, reconozco que te has esforzado demasiado para estar hasta donde estas. Eres una persona interesada en la actualizacuón y me da gusto que ahora te encuentres del otro lado de la docencia. Es cierto, la enseñanza es una tarea díficil en la cual tienes tus altas y tus bajas.
Efectivamente el ser estudiante y el estar frente a un grupo _heterogéneo por cierto_ hace que las personas que estemos como guías tengamos que tener las herramientas suficientes para salvaguardar y tener diversos caminos para llegar al objetivo, no crees?
¡Hasta luego!